El Instituto de Gestión Sanitaria prevé reducir, de forma sustancial, el tiempo de consulta que tienen asignados los pacientes para ser visitados por los médicos especialistas

La inauguración de un nuevo hospital siempre es una gran noticia, no sólo porque suele suponer un salto en la calidad asistencial de los pacientes, sino porque implica un impulso económico, intelectual y social de gran magnitud. En este sentido, la Administración no persigue únicamente que dicha inauguración mejore las instalaciones, sino que la misma sea un punto de inflexión para la innovación, la investigación y el desarrollo de los profesionales, ingredientes necesarios para convertirse en un polo de atracción de médicos especialistas.

Melilla presenta, en la actualidad, los peores indicadores sanitarios de España, con la menor ratio de médicos por cada 1.000 habitantes. Era esperable que INGESA tratara de incorporar a más especialistas médicos con la inauguración del nuevo Hospital Universitario y, de este modo, se pudiera recortar la lista de espera. Sin embargo, médicos especialistas del Hospital Comarcal han alzado la voz para informar a la población de la estrategia que INGESA ha decidido poner en marcha a partir de 2025. El conocido plan de choque consiste en un aumento importante del número de pacientes que, muchas especialidades, deberán asumir a diario en sus consultas. Esta estrategia, aparentemente beneficiosa para la población de Melilla, podría afectar negativamente a la atención médica que reciben los pacientes.

“A finales de octubre empieza a correr un rumor. Hace escasos días me trasladan que han abierto las agendas de 2025 con un 30% más de pacientes cada día”, explica uno de los médicos. “Nadie nos ha hecho llegar una comunicación formal del planteamiento, ni se ha tenido en cuenta nuestra opinión, ni han negociado con los especialistas afectados. Se trata de una imposición absoluta”.

Una decisión que, evidentemente, repercutirá sobre los pacientes. “A los pacientes les va a afectar negativamente en múltiples aspectos -comentan-. El más grave es el relativo a su seguridad. Actualmente el tiempo que se dedica a aquellos pacientes que acuden por primera vez a la consulta es variable según la especialidad, pero, pongamos que, de media, es de 30 minutos. Este tiempo no es un capricho, es el tiempo mínimo indispensable para poder formular el mayor número de preguntas al paciente que ayudan a orientar el caso, para poder practicarle una exploración física detallada, poder revisar pruebas e informes de otros médicos y, de ese modo, llegar a un diagnóstico certero. Sin olvidar que después, debemos asegurarnos que la persona ha entendido el tratamiento que se le ha planteado, y dejar un último espacio para resolver dudas y preguntas. Si en vez de 30 minutos disponemos de 15, imagínese. El trabajo habrá que hacerlo el doble de rápido, lo que conllevará reajustar la manera de atender a los pacientes. Inevitablemente, con tan poco tiempo, pueden pasarse por alto detalles como interacciones entre medicamentos. Muchos pacientes saldrán de consulta sin entender las pautas de tratamiento que se les plantean y, otros tantos, tendrán en su receta electrónica medicamentos duplicados. Todo ello pone en serio riesgo la salud de las personas”.

Son muchos los médicos y pacientes que se preguntan si es factible que, con esta nueva fórmula de atención, los profesionales dediquen el tiempo necesario para atender a los pacientes sin que ello repercuta en la seguridad de los mismos, y la respuesta está clara: “En un sistema como el que plantea INGESA es inviable. Muchas especialidades en la actualidad no tienen una actividad exclusiva en consultas, también atienden a pacientes hospitalizados y, habitualmente, lo hacen en horarios que sobrepasan con creces la jornada laboral. Aumentar el número de pacientes en la consulta supondrá que estos profesionales prolonguen de media 2-3 horas la hora de llegar a su casa. Evidentemente sin remuneración. Se habla mucho de la vocación de los médicos, pero los médicos son trabajadores como cualquier otro. Tienen su horario, el derecho a tener tiempo libre y a disfrutar de sus familias y amigos”.

El objetivo de este plan de choque es recortar las listas de espera, pero lo que no parece es que vaya a mejorar es la sanidad de la ciudad. “En absoluto”, sentencian los especialistas afectados y ponen varios ejemplos. “En la unidad de Cardiología del hospital se dispone de un sistema de autogestión de citas urgentes que, literalmente, salva vidas. Si una de las cardiólogas considera que tiene que revisar a un paciente en un lapso de una semana, la profesional lo cita y lo reevalúa. Desde la instauración de este sistema se han reducido un 60% los ingresos en el hospital de pacientes cardiológicos. También se han llevado a cabo 6 trasplantes cardíacos de pacientes de Melilla, por dejar otro apunte. Todo ello gracias al esfuerzo, a la dedicación y a las ganas de mejorar la calidad de la atención médica de estas especialistas. Con el cambio que ha impuesto INGESA, este sistema desaparecerá y los pacientes de Cardiología volverán al sistema antiguo. No es necesario apuntar que esos ingresos que se prevenían volverán a aumentar. Por no hablar de otras consecuencias fatales”.

Otra especialidad que se verá afectada es Oncología. “Los especialistas van a ver reducidos los tiempos destinados a cada paciente de forma preocupante. Cuando antes disponían de 45 minutos para las primeras visitas, ahora lo deberán hacer en 20 minutos. Imagínese a un paciente que se le diagnostica un cáncer y se le deriva al oncólogo. El especialista necesita el tiempo óptimo para poder analizar el caso, poder explicarle al paciente y a la familia las opciones de tratamiento, los efectos secundarios de cada terapia y, como no, ofrecer apoyo psicológico. No me podría imaginar a mi oncólogo, que me acaba de decir que sufro un cáncer, dejándome en el pasillo llorando porque tiene que pasar al siguiente paciente”.

También se verán perjudicadas otras especialidades como Endocrinología y Reumatología. “El plan de INGESA con los endocrinos ha sido reducir a 15 minutos las primeras visitas y las revisiones a 10 minutos, o lo que es lo mismo, estos especialistas no dispondrán de tiempo físico ni para hacer instalaciones de infusoras de insulina, ni para descargar los sensores de glucosa, y no podrán recetar los mejores medicamentos para la diabetes, que requieren informes completos para la inspección. Todo ello se traducirá en pacientes más descompensados y, nuevamente, más ingresos hospitalarios. En el caso de las mujeres con diabetes gestacional, que antes disponían de una consulta específica para ser atendidas de forma prioritaria, con el cambio han pasado a una lista de espera general. Las complicaciones sobre la madre y el bebé de una diabetes mal controlada pueden ser muy graves”.

“En el caso de Reumatología -detallan-, el número de pacientes que cada especialista tendrá diariamente sube considerablemente, y eso repercute negativamente en la calidad de la atención. Antes, estos especialistas disponían de días para realizar pruebas, como ecografías y capilaroscopias cada semana, pero con el nuevo plan podrán hacerlas más esporádicamente. Este cambio provocará retrasos en los diagnósticos y los pacientes deberán esperar más tiempo con sus dolencias, hasta que el profesional disponga de todos los datos necesarios para iniciar un tratamiento específico”.

La situación, como se evidencia, es de extrema preocupación y los médicos han tomado cartas en el asunto para intentar revertirla. “Desde que somos conocedores de la situación que ha impuesto INGESA, hemos enviado un escrito a la atención de la Junta de Personal del Área Sanitaria para convocar una reunión urgente con los responsables. No podemos permitir que se atente contra la seguridad de los pacientes. Por otro lado, hemos puesto el caso en manos de los servicios jurídicos del Sindicato Médico, ya que esta imposición supone, adicionalmente, una modificación sustancial de las condiciones de trabajo de los médicos, vulnera la normativa en materia de prevención de riesgos laborales y supone un peligro para la seguridad y salud de los especialistas. Por no hablar que atenta contra el derecho a conciliar la vida laboral con la familiar”.

Los médicos especialistas afectados por este plan de choque confían en que la Administración dé marcha atrás y reconduzca la situación. “Melilla es una ciudad de difícil desempeño de la profesión médica, que tiene grandísimos problemas para captar a nuevos profesionales que estén dispuestos a dejar sus ciudades, sus familias y sus amigos, para venir a trabajar a la ciudad. La Administración y la Dirección Médica del hospital deberían actuar de manera diligente con su gestión para no sólo captar nuevos profesionales, sino para que los que ya hay en plantilla no abandonen o se den de baja por sobrecarga laboral. Esperemos que los responsables accedan a escuchar a los profesionales y, por el bien de los melillenses, paralicen este cambio. Esta manera de hacer las cosas no sólo no mejora la situación de la sanidad de Melilla, sino todo lo contrario. Sin ir muy lejos, uno de los dos endocrinos ha presentado su renuncia tras conocer las condiciones para el próximo año. Es el cuarto endocrino que abandona la disciplina del hospital en los últimos años. Y no sería de extrañar que le siguiesen otros médicos de otras especialidades”.